viernes, 9 de noviembre de 2012

Del circo de la realidad a la construcción del sí




Obelisco (Cdad de Buenos Aires), 8/11/2012

"En el circo de la realidad, 
solo hay reflejos de la realidad, 
se desinforma de la realidad, 
todo se compra, en realidad. 

Hay una verso de la realidad,
que no es verso ni es realidad, 
un guiñapo de la realidad, 
apenas".

Pedro Guerra



Pregunta filosófica si las hay. ¿Qué es "la realidad"? Y teorías, créanme, hay muchas. Y de los más variadas. Que es una construcción social, impuesta o consensuada. Que no la podemos conocer. Que no hay "realidad" ahí afuera (afuera de la mente de quien conoce). Que somos todos parte de un sueño divino. Que la realidad "es producida" por quienes tienen el poder para imponerla, y dominar, a los otros. Que está ahí, dada, y que algo de ella podemos captar con nuestros sentidos y nuestra inteligencia. 

¿Entonces? ¿Qué es la realidad? 

El debate filosófico ya lleva 2.500 años, por lo que supondrán que no pretendo resolver la cuestión en estas poquitas líneas. Pero la pregunta filosófica me lanza a mi realidad concreta: hic et nunc; aquí y ahora; Argentina, 9N. ¿Qué es la realidad? 

El primer problema es que la palabra "realidad" se puede entender de muchas maneras. Es cierto que la realidad es una. Sin embargo, las interpretaciones sobre lo que pasa, pueden ser muchas. Los hechos son siempre los mismos, pero muchas veces, las personas los entienden de maneras diferentes. Si esto nos pasa cuando chocamos con el auto en alguna esquina, al entreverar argumentos y puntos de vista con puteadas, ¿Qué nos queda para entender algo como el 8N? 

¿Qué pasó ayer? ¿Quién está interpretando mejor la realidad? El hecho es que se manifestaron cientos de miles de personas en diferentes puntos del país. Hasta acá, vamos bien. (Quizás alguno diga, ya interpretando, que no eran cientos de miles, sino solo cientos o miles, y que no eran personas, sino gorilas, pero bueno, parto de la base de que nunca se puede conformar a todos, menos a los que tienen miradas -interpretaciones- tan creativas de la realidad). 

En general, los hombres podemos conocer los hechos, des-cubrirlos, de-velarlos (quitarles el velo que impide verlos frente a frente, mover aquello que los cubre para poder conocerlos, tal cual son) y por eso solemos ponernos de acuerdo sobre muchas cosas: porque vemos lo mismo. Sin embargo, no siempre es así. Y resulta que vivimos en una sociedad de medios de comunicación, donde todos presentan una mirada de la realidad. Y lo mejor, esta mirada tiene intencionalidad, por lo que no solo se muestra lo que "yo veo", sino lo que "yo quiero mostrar". Pucha, como nos vamos alejando de los hechos. 

Un párrafo para los filósofos: cuando llegó la televisión, hubo quienes temieron que los medios de comunicación se convirtieran en un gran 1984, bajando línea mediante un Gran Hermano totalitario, que uniformara las mentes de los tele-videntes para hacerlas una sola. Desde esta perspectiva, hay quienes tienen miedo a que pocos controlen muchos medios. Sin embargo, me parece que Vattimo la vió mejor cuando dijo que los medios de comunicación, lejos de unificar las mentalidades, iban a fragmentarlas, presentando miles de nuevas voces e identidades que complejizaran la realidad, a tal punto que nadie supiera bien qué es.  Él lo lleva un poquito más, diciendo que se aliviana el ser, para que acaezca el nihilismo. Salvo esta última parte, a mí me parece que hoy estamos más de este lado que del otro. 

Volviendo al 8N, ¿qué pasó? El hecho, más o menos, quedo presentado arriba. Pero interpretaciones hubo muchas. Que era un grupo de golpistas. Ciudadanos sin representación. Marcha organizada políticamente por la oposición y por Clarín. Ciudadanos auto.convocados. El pueblo ("si este no es el pueblo, ¿el pueblo dónde está?"). Los anti K/cipayos. Grupos de ultraderecha. Gente bien vestida. La clase media. Los argentinos que trabajan para mantener un modelo agrietado y agonizante. Los que marchan por la paz. Gente de bien que ya está cansada. 

Y ante tamaña confusión, donde todos me muestran una realidad intencionada, ¿a quién creerle? En este contexto, ¿podemos pretender conocer la realidad que nos presentan los medios? Personalmente, intento escuchar diferentes voces, para así poder hacerme una mirada más completa de lo que me quieren mostrar y tener más elementos de juicio. Pero no siempre se puede hacer eso. Y, además, una cosa sería ver "diferentes interpretaciones intencionadas", otra muy diferente es que detrás de cada medio haya un grupo de poder al que no le importa la verdad, sino el poder. Donde lo que importa, en el fondo, es imponer una visión del mundo, un paradigma, un relato, una construcción simbólica, lo que sea. Una idea, ver las imágenes (que también se presentan intencionadamente) sin escuchar las interpretaciones. Otra, quizás un poco mejor: cuando lo que va a pasar todavía no pasó, si tenés la posibilidad de ir a verlo con tus propios ojos, de caminarlo, de recorrerlo, de hablar con la gente, de sentir el clima, hacelo. Al menos vas a tener una mirada personal del asunto, una interpretación con menos ruido y más luz. Por eso Pedro Guerra habla del circo de la realidad... Un circo, donde hay puestas en escenas, donde las cosas se compran, se negocian y se consensúan atrás del escenario y donde nosotros, los espectadores, los que alimentamos este circo, somos un poco engañados (y no hay mentira más efectiva que la que está mezclada con la verdad). 

Y el tema todavía tiene millones de aristas sin revisar, pero me interesa profundizar en una más. Es fácil que te malinterpreten cuando sos parte de un movimiento donde el que se queja por la inflación y el cepo cambiario está al lado del que perdió un familiar en Once o el que fue víctima de la inseguridad. El que pide que se respete a las Fuerzas Armadas camina con quien no quiere que toquen a la Justicia y el que está en contra de las mentiras del Indec golpea una cacerola con los que se hartaron de la corrupción. Está bueno que haya lugar para todos. Pero habría menos posibilidades de "ser interpretados" si el movimiento no fuera "contra ............" (llene a piacere: la Re-Re, Oyarbide, la corrupción, el avasallamiento de las libertades individuales, etc.) y pasara a ser "a favor de..........". Más que nada, porque estar "en contra", estar indignados, enojados, hartos, es una posición que limita. Estar a favor nos mueve desde el deseo de construir, de ser, de estar mejor, de progresar, de crear. Y ese impulso, además de mucho más difícil de malinterpretar, es sostenible en el tiempo y, por lejos, un movimiento más creativo, sano y constructivo. 

Ojalá que, todos, como sociedad, como Argentina, caminemos desde el circo de la realidad, a la construcción del sí. Ojalá. Para eso, vamos a tener que comprometernos, ser astutos (para que no nos vendan buzones), ser creativos, seguir proponiendo, ser generosos y seguir poniendo la otra mejilla, seguir laburando y, aunque suene a frase de alguien más, estar unidos, y organizados.