martes, 26 de junio de 2012

La primera es gratis


En la Argentina, en este momento, se debaten diferentes proyectos de ley que tratan el tema del consumo de drogas. 

¿Legalizamos? ¿Despenalizamos? ¿Dejamos de sancionar? ¿Son todas las opciones la misma cosa?

Buen hábito de filósofos, aclaremos qué entendemos por cada cosa así podemos discutir tranquilos y sobre lo mismo. Entiendo que legalizar, despenalizar y dejar de sancionar no son la misma cosa. Legalizar quiere decir que las drogas pasan a ser parte del mercado igual que los yogures, el mate y la carne picada; desde su producción hasta su distribución y venta serían legales. Pienso que sería un disparate absolutamente insostenible, porque en nuestra economía de mercado, a mayor oferta, menores precios: lo que es igual a consumo masivo garantizado; que como consecuencia apareja un gasto público desorbitante, entre otras varias consecuencias sociales. Por suerte, ningún proyecto propuso eso, lo que habla bastante bien de nuestros legisladores. Hay quienes piensan que un mercado fuertemente regulado y con impuestos muy altos puede ser una buena respuesta, pero ¿dejar en manos del Estado la producción de marihuana (ni hablar de las demás drogas)? ¡Qué miedo! Quizás funcione en Uruguay, pero en Argentina... Despenalizar es modificar la legislación para que el consumo personal de droga no sea pasible de una sanción penal (descriminalizar): algunos de los proyectos están enmarcados en esta visión. Por último, dejar de sancionar, sería la propuesta por la cual el consumidor/adicto no es pasible de ningún tipo de sanción, ni penal ni administrativa ni de ningún otro orden; algunos proyectos están en esta línea. Nota: en general, los proyectos no hablan de marihuana, sino de "droga". 

Personalmente, estoy en contra de cualquiera de las tres alternativas anteriores, pero si me viera obligado a elegir, lo menos malo me parece la despenalización. De todas maneras, si bien el prohibicionismo es una política ineficaz, sigue dejando en claro que el Estado tiene una posición al respecto, desfavoreciendo el consumo al sostener que no es algo bueno ni a nivel personal ni social. Yo creo que el Estado no es una cosa impersonal que debe, solamente, garantizar los derechos básicos y dejar que cada uno haga lo que se le canta en el ámbito personal (atenti quienes piensan esto para fundamentar el consumo y después putean al liberalismo...). Sí pienso que el Estado tiene un rol educativo para la ciudadanía y lo que "aprueba o desaprueba", tiene una función pedagógica. Lo legal se afianza en la sociedad. De hecho, nota del otro día de uno de los diarios de la Corpo, desde el "caso Arriola" (fallo de la Suprema Corte que no penaliza el consumo), en la Ciudad los jóvenes aumentaron el consumo un 17%. El mensaje no puede ser nunca que se favorece el consumo, porque eso acerca a mucha gente a la droga. El otro presupuesto desde donde escribo es que la droga no es igual al alcohol o a las drogas de uso corriente para tratar enfermedades. Hay literatura para mostrar que la marihuana, por ejemplo, es menos dañina que un vaso de Cindor y literatura en la otra vereda que dice que te deja esquizofrénico. No sé dónde está la verdad, pero sí sé que forma parte del género amplio de las drogas, que es un canal de entrada hacia las demás porque practicamente nadie empieza consumiendo otra droga cuando se inicia en ese camino y que dejarla es más difícil que dejar los cigarrillos, porque el nivel de adicción que provoca es mayor. Para mí, eso es suficiente como para distinguirla. Abierto al debate. Aclaración: pongo el ejemplo de la marihuana porque la amplia aceptación social que tiene y por ser considerada la más "blanda" de todas. Los proyectos, en general, no distinguen, y cuando hablan de despenalización, la ley corre igual para el paco, la marihuana, la cocaína, etc. 

Habiendo aclarado los presupuestos desde donde escribo... Pensemos. En el fondo, todos los argumentos que escuché en el debate sobre las drogas, suponen una posición ética determinada que, voluntaria o involuntariamente, no blanquean. No hace falta ser un gran filósofo para poder señalar en qué paradigma se apoya cada postura, pero sí es importante que cada uno de nosotros piense desde dónde quiere pensar la realidad, en términos de "bueno y malo", de bondad o maldad moral. 

- En primer lugar, hay quienes dicen que al legalizar el consumo de droga y dejar de lado el prohibicionismo (que busca el utópico ideal de alcanzar una "sociedad sin drogas"), va a atentar contra los narcotraficantes y los grandes carteles y que, paralelamente, se le puede fijar altos impuestos al nuevo mercado, garantizando el tratamiento de los adictos. Esto en ética se llama consecuencialismo moral. En el fondo puedo decidir si algo es "bueno o malo", por las consecuencias que se desprenden de esa decisión. Legalizar es bueno porque va a haber menos mafias y narcotraficantes, que es algo malo. Es una variante más del famoso principio maquiavélico que sostiene que el fin puede hacer justos los medios, cualesquiera sean. Esta afirmación es parte de la ética utilitarista, que determina la bondad o maldad de algo, según la utilidad (o no) que tengan sus consecuencias. 

- "El consumo es personal y no le jode la vida a nadie. Todo ciudadano puede hacer lo que quiera con su vida". Mmmm, sí, pero hasta ahí. No creo que exista una sola acción que no sea social. Ni una. Hasta el acto más enroscado en la propia subjetividad, como la masturbación, te remite siempre, al menos a nivel de pensamiento, a un otro (o "a una otra", al menos). El consumo no es "personal" porque va a causar mayor gasto público, por ejemplo, al atender las enfermedades y males asociados a cada droga en particular. Y más plata en salud, quiere decir menos plata en... Lamentablemente es un trade off porque los recursos del Estado son limitados. ¿Un vicio personal para justificar menos plata en Educación? Quiero ver quién pelea esa batalla. La ética de fondo es la individualista, la que sostiene que los actos son de y para el individuo que actúa, nada más. Si este fuera el principio, nadie podría obligar a los motoqueros a usar casco, por ejemplo, y entre otros muchos más.

- "Hay que despenalizar porque no hay que criminalizar al adicto, que es un enfermo". Es un argumento muy fuerte, con el cual estoy en cierta medida de acuerdo. Pero aclaremos, despenalizar no es dejar de sancionar. Es dejar de sancionar penalmente, nada más. No quiere decir que el adicto no siga siendo una persona enferma, que necesita ayuda, necesita Estado, necesita salud, presencia, atención, tratamiento, seguimiento: básicamente, necesita guita de todos para superar su adicción. Por sobre todo, banquémonos decir que consideramos al drogadependiente una persona enferma. Sino es una canto a la hipocresía. Separo "consumo social" de adicción. Pero aclaro que me parecen muy border. Conozco varios casos de personas que saben mantenerse equilibrados en la cornisa, pero el principio prudencial se descascara bastante en muchas otras oportunidades. Cada uno sabrá dónde está parado. Una pregunta, esta vez práctica a la vez que ética, que vale la pena hacerse, es si el Estado tiene hoy los recursos suficientes para recibir a las personas con problemas de consumo. Si la respuesta es negativa, tenemos al progresismo gobernando para Palermo... Quizás haya sido por eso que a Vicky Donda le fue muy bien con la clase media y media alta, cuando veddetizó la campaña y llenó la Ciudad de afiches de su foto y un cartel que dice que se quiere portar mal (y después nos quejamos de la instrumentalización de la sexualidad y de mujer, ¡empecemos por casa chicas!). Si se descriminaliza el consumo pero no se le dan al adictos otras posibilidades para que se recupere, se lo está condenando. ¿Esto es progresismo? Ah la pipetuá... Y el muerto lo terminan agarrando, para variar, las organizaciones sociales y, principalmente, la Iglesia. Aunque a más de uno le moleste, es así. 


Cartel para promocionar la candidatura de la legisladora Victoria Donda, en 2011. 
- Para terminar, me parece que falta una propuesta que surja de una ética más personalista. Una que tenga en cuenta que todos los actos del hombre están cargados de un sentido ético profundo, que lo acercan al o lo alejan del perfeccionamiento de sus potencialidades y capacidades. Quizás si lo viéramos así, la droga, lejos de parecer un elemento inofensivo, sería un obstáculo para el desarrollo más pleno de una persona. Qué se yo, por lo menos así lo veo yo.

Dejo "n" temas sin tratar porque me parece un tema muy interesante y del que todos tendrán algo para decir.