jueves, 20 de marzo de 2014

¿Por qué somos tan corruptos?

Uno atrás de otro, todos los días, escucho algo que tiene que ver con la palabra "corrupción". En el plano chiquito, en la coima al policía, en el impuesto no pago, en el bien no declarado, y en el plano grande, donde se juegan los destinos de todos. Corrupción. Parece que está en todos lados...

Empecemos por lo más académico. La corrupción es una falta ética grave. De manera muy general, la podría definir como el incumplimiento de un deber (de lo que es debido -en el fondo, una acción contra la justicia, "lo que corresponde") a cambio de un beneficio personal o del beneficio para una facción a la que pertenece el que obra. Rumpere, en latín, significa: "romper". Corromper es romper con ganas, romper fuerte. ¿Romper qué cosa? Lo justo.

El corrupto rompe lo justo, rompe el orden. Alguien deja de recibir lo que le corresponde para que el corrupto lo reciba para sí, cuando no lo merece. Si lo mereciera, lo hubiese conseguido en base a sus méritos. Pero no, se vale de otros medios para conseguir lo que quiere.

Toma para sí lo que es de otro. Le roba.

Cuando la corrupción se da en el ámbito de lo público, la gravedad moral de ese hecho es mucho mayor. Por eso es más grave evadir un impuesto que estafar a un privado. Cuando le robo a un grupo "de privados", los perjudicados son ese grupo concreto de personas a las que perjudico con mi acción. Cuando corrompo a un funcionario público, los perjudicados son todos los ciudadanos, todos los miembros de la sociedad, especialmente quienes más dependen de los servicios públicos. Los corruptos le roban a todos pero ese robo afecta, especialmente, a los que menos tienen. Si el funcionario me otorga obra pública con sobreprecio, cada contribuyente paga más por lo que debería haber pagado menos. Los cagamos. Les cobramos caro algo barato. Si el funcionario acepta el soborno y me da la obra a mí, se la deja de dar a otro que era más eficiente. Al usar mal esos recursos, que de por sí son escasos, la frazada, que de por sí es corta, empieza a desabrigar y ya no alcanza. Hay que recortar, porque no hay suficiente.

¿Y a quiénes afectan esos recortes? De nuevo, a los que menos tienen, a los que más dependen de los servicios públicos. Le roba al docente que cobra poco; al paciente que no tiene insumos; al alumno que no es contenido por un buen equipo pedagógico; al tipo que se come un pozo en una ruta y se mata, quizás desangrado porque la ambulancia no llegó; a los miles de usuarios que viajan mal en el tren y en el subte; y así. A un montón de gente, a todos, y especialmente a los más vulnerables, a los marginados, los que están al margen, no en el centro, sino en las periferias. Los más débiles. Mientras la plata no alcanza para algunas cosas fundamentales, otros la pesan porque no tienen tiempo de contarla. Algo anda mal.

¿Cómo evitar la corrupción? Si llevamos el debate a un tema de principios es difícil encontrarle la vuelta. Me parece que además de una cuestión moral es un tema de incentivos: poco riesgo, muchos beneficios. Es la inversión perfecta. Si la percepción del corrupto es que agarran a uno de cada millón y que, al que agarran, no lo meten preso, y que si es corrupto los beneficios de la acción deshonesta son desproporcionadamente altos en comparación con la rectitud, entonces está el campo abierto a que todos sean corruptos. Para responder a la pregunta que introduce este párrafo, la corrupción debería disminuir si los incentivos se modifican; ergo, a modo de hipótesis: a una percepción menor de los beneficios o a una percepción mayor de los costos de la corrupción, ésta debería disminuir. En criollo, si sabés que ir en cana por un tiempo largo es una posibilidad real (te consta porque agarraron a "x" "y" y "z", y siguen presos), o sea, le subís el precio a la corrupción, es más probable que se "consuma" menos corrupción, que haya menos corruptos.

¿Cómo le subimos el precio? De varias maneras. Subiendo las penas. Considerando que la corrupción no prescribe (no tiene fecha de vencimiento, como los delitos que atentan contra los DDHH -¿o, acaso, quitarle a los que menos tienen, atentar contra la educación, la salud, el transporte, etc. no es atentar contra los derechos más básicos?). Fortaleciendo y dándole independencia a los organismos de control. Promoviendo medidas de gobierno abierto, donde cualquier ciudadano puede acceder a la mayor cantidad de información pública posible. Con castigos ejemplares: viendo a los corruptos, presos. Son sólo algunas ideas. Debe haber muchas más. Hay que subirle el precio a la corrupción.

Mientras más transparente sea el sistema, más difícil es manejar arbitrariamente lo público. Todos los sectores te pueden interpelar, cuestionar, plantear inquietudes y denunciar. Se trata de restituir el valor fundamental de la Justicia. Sin ella, no hay sociedad posible.

No se me ocurre una política más progresista. La pregunta es, ¿por qué no lo hacemos?