jueves, 6 de enero de 2011

Elogio de la queja

Me quejé porque el vuelo se movió un poco.
Me quejé porque tuvimos que hacer una escala en Johannesburgo.
Me quejé porque tuve sueno, porque tuve calor en Mumbai y porque en Rajastan tengo frío
Me quejé porque pensé que en la India estaba más caluroso y me traje poco abrigo.
Me quejé porque el abrigo que encuentro, no vale la pena y no es tan barato como me habían dicho.
Me quejé porque tuve hambre (¿tuve hambre? No... Se me despertó un poco el apetito).
Me quejé porque Guadalupe tuvo un mal día.
Me quejé porque esta lleno de vacas sagradas y muero por comerme un asado a la parrilla. Completo, con mucha achura, una buena tira y un lomo, para festejar el regreso a la patria. Me quejé porque falta mucho para ese asado.
Me quejé porque un pasaje a Tailandia es más caro de lo que nuestro presupuesto nos permite.
Me quejé por todo y todos los días me quejé por algo.

Y hoy, cuando por fin logre callarme, me senté con Guada en una escalera y me dí cuenta de algo: ellos no se quejan.

Ellos no vuelan ni hacen escalas en Johannesburgo. Tienen tanto sueno como yo, sufren mas el frío y el calor y a veces no tienen mucho abrigo. Algunos si que tienen hambre. No comen asado.

Y no se quejan.

Y mis vuelos se van a seguir moviendo y van a seguir teniendo escalas en Johannesburgo. Y voy a volver a tener frío y calor (y seguro que sueno también). Y Guadalupe va a seguir teniendo malos días... Probablemente, en el futuro, mis pasajes a Tailandia sigan estando fuera de presupuesto (más con esta vocación filosófica...).

Y me voy a seguir quejando.

Porque la queja es una muestra de que estoy insatisfecho, de que estoy en movimiento, de que siento, me angustio, me frustro, las cosas me afectan y me duelen. De que crezco.

La queja es un signo de que estoy vivo y de que quiero mas, de que mi realización (en mi cosmovisión que -¿por que negarla?- es bien occidental) no pasa solo por estar en el mundo, sino también por lo que yo haga conmigo mismo con el tiempo que tengo en el mundo.

Porque la queja te pone en movimiento, te hace notar una falta, una insatisfacción, un vacío, un agujero. Te mueve.

Ellos se deberían quejar. No de todo, porque así como yo tengo que enseñarles sobre la queja, ellos me están enseñando sobre la aceptación. Sin quererlo ni sin dar cátedra, son un ejemplo de resignación pacifica y aceptación entera de una realidad.

Pero se deberían quejar. Se deberían quejar porque no es justo que estén en la calle, ni es justo que tengan hambre, no es justo que haya tantas vacas sagradas e intocables y tantas personas flacas. No es justo. ¿Por que no se quejan? Para mostrarles el camino, acá estoy yo, quejándome por todo, incluso hasta de que no se quejan...

Probablemente me critiquen, diciendo que estoy tratando de ver una realidad con una mirada ajena, de afuera, que no me metí en su cultura, que no cambié de cosmovisión ni de paradigma. No me interesa. Tener hambre, tener frío, no tener casa, ser chico y trabajar, que nadie te mire y estar solo son cosas que están mal.

Si no estoy entendiendo su cultura, si no pude cambiar mi forma de ver el mundo para verlo como ellos, si no entiendo que su karma los llevo a estar donde están, si me rebela pensar que hay gente "más gente" y gente "menos gente", lo lamento. Porque entiendo sus teorías, escuché algunas de sus afirmaciones, me adentro en sus enseñanzas, pero la realidad también me habla. Y me rebela. Y me quejo.

Y si me quejo, no tengo paz. Porque la paz es quietud y la queja es movimiento. Y ellos tienen paz cuando tienen hambre, frío, muchos no tienen casa, son niños y trabajan, pero tienen paz. ¿Tienen paz? Ya no se. Ya no se muchas cosas, y me quejo también por eso. Porque sé que sólo si me sigo quejando voy a seguir teniendo la ilusión de que las cosas pueden cambiar. Porque sé que sólo si me sigo quejando voy a tener fuerzas para cambiar mi realidad. Porque el día que ya no me queje, ese día, ojala, sea el que este descansando en paz, para siempre. Porque si ese día, el día en que no me queje mas, llega antes, el día en que decirle que no a una persona que me necesita no me duela ni me conmueva, no me haga pensar, no me de bronca, no me cause nada y yo sea indiferente, ese día, por más que sea mañana, ese día voy a estar realmente muerto. Prefiero no tener paz pero estar vivo. Prefiero no tener paz y sentir. Prefiero no tener paz y vivir esta vida así, con intensidad, con amor. Y me voy a seguir quejando, todos los días, por algo y por todo.

2 comentarios:

  1. Santi, me gusta la frase "busca la paz y corre tras ella", porque el "corre" implica que estamos en camino (como con la etimología de filosofía), que hay movimiento, tensión y que la vida es eso. No creo que la paz ser estar panza arriba o ser estoicamente impermeable a la realidad golpeadora, no por mala sino por golpeadora.
    Pastor

    ResponderEliminar
  2. Pastor, buenísima la imagen. ¡Me la guardo! Muchas gracias por la colaboración y por haber compartido. Un abrazo grande

    ResponderEliminar