miércoles, 26 de enero de 2011

Sobre el Taj y el amor

Shah Jahan fue el quinto de los emperadores mongoles que gobernaron la India durante trescientos anos, por seis generaciones. El fuerte Rojo, en Delhi, fue construido (en parte) durante su reinado, al igual que la Jama Masjid, la mezquita mas grande de la India. Colaboro con la construcción del fuerte de Agra, pero se lo conoce, principalmente, porque le dedico a su mujer una de las construcciones más lindas del mundo: el Taj Mahal, que también queda en Agra.

Mumtaz era su segunda mujer, de la que se enamoró en un mercado y con la que tuvo catorce hijos. Ella murió por complicaciones que se derivaron del parto del último, en 1631.

El Emperador quedó desolado y empezó la construcción del Taj, que terminó veinte años mas tarde.

- "Vayamos a ver el Taj, es el monumento al amor" le dije a Guada. Y ella, claro, aceptó encantada.

Después de estar un par de días en Jaipur, llegamos a Agra. Estábamos un poco atentos, porque nos habían advertido que Agra no era una ciudad muy linda. No nos pareció muy diferente a otras que habíamos conocido y además nos quedamos en una zona muy tranquila, que se llamaba Taj Ganj area, donde podíamos caminar súper tranquilos y seguir disfrutando de este viaje. Nuestra idea era ver el Taj Mahal y el fuerte de Agra y al día siguiente partir hacia Delhi.

Nos levantamos temprano, descubrimos un lugar donde servían un desayuno muy completo a un precio impresionante y partimos a conocer el Taj con la panza llena (y el corazón contento).

Caminamos, con ansiedad, casi apurados, los últimos pasos desde la entrada hasta el primer lugar donde lo pudimos ver. Nos quedamos sin palabras, sin aliento. Es un edificio muy grande, mucho más grande del que nos imaginábamos. Es totalmente blanco, impoluto, parece celestial. Por supuesto, había millones de personas de todas partes del mundo que, venciendo las diferencias naturales entre culturas, compartían la misma cara de asombro y admiración. Ahí estábamos, el Taj frente a nosotros. Sin hacer un uso muy extenso de nuestra lengua, simplemente repetíamos: "Es lindísimo". Y lo es. Es realmente un edificio que refleja belleza.

Entre muchas personas, mientras intentábamos sacarnos algunas fotos, caminamos hasta adentro y miramos las tumbas del emperador y de su mujer. Curiosamente, la magnificencia exterior del edificio resulta en un interior mucho mas chico del que uno calcula al principio. Todo el edificio está hecho de mármol y leímos que llamaron a artistas de todas partes del mundo para decorarlo.

Ubicado cerca del río, en un espacio abierto, contrasta con fuerza con las callecitas no diagramadas, cerradas y colmadas de personas del resto de la ciudad. Estar ahí nos permitió respirar hondo, sentir lugar, pudimos extravertirnos y nos relajamos.

Shah Jahan terminó siendo destronado por uno de sus hijos, Aurangzeb, quien consideraba que su padre se había vuelto loco y no podía comprender como podía despilfarrar tal fortuna en un edificio mortuorio. Su hijo lo encarceló en el fuerte de Agra, desde donde se puede ver el Taj, ya que queda a solo un par de kilómetros.

¿Cómo hubiera actuado yo si hubiera estado en su lugar?

Imagino que la muerte de una madre debe doler mucho. Todos los hijos la habrán llorado y despedido. Habrán hablado de cómo acompañar a su padre en ese momento tan triste. Se habrán puesto de acuerdo sobre estrategias para no dejarlo solo, para hacerlo sentir acompañado, para hablar con él y escucharlo. Alguno quizás haya especulado con ser el próximo monarca, porque claro, el corazón humano siempre tiene esos matices (o esas miserias) de los que tanto nos cuesta hablar pero que existen. Quizás otro hijo sintió miedo. Algunos lo habrán expresado más, otros menos. Pero probablemente todos hayan sufrido su partida porque la muerte siempre hiere.

Al tiempo, el padre les presenta esta idea, un poco extraña, extravagante, diferente. "Serán cosas del duelo" - escucho decir casi como si fuera la voz de sus conciencias. "Dejemos que papá exprese este pesar como pueda, ya se le va a pasar este delirio" quizás se dijeron unos a otros, queriéndose tranquilizar, intentando no creer que este proyecto fuera en serio.

Pero "papá" fue uno de los emperadores mongoles que mas había construido y siguió adelante con la idea. Incluso puso manos a la obra. Y pasó el tiempo y el proyecto empezó a hacerse cierto en contratos y arreglos, en compra de materiales, arquitectos y artistas.

Y la pregunta es: ¿cuál es la medida del amor?

Porque claro, tiene que tener medidas... Como todo lo humano. No es una cuestión sólo cultural, es metafísica: las cosas tienen un lugar, un orden, una jerarquía. De eso hablaban San Agustín y Max Scheller cuando pensaban en el ordo amoris, que no es otra cosa que "orden en el amor". Cada cosa debe ser amada en su medida y en su proporción, según lo que es. Si hay desproporción, hay desorden y no puede haber salud sin equilibrio.

Entonces, ¿cuál es la medida para manifestar el dolor por la partida de quien amamos?

Porque la muerte de una persona causa dolor, sufrimiento. La ausencia pesa. Se extrañan los momentos vividos... Y aparece, cuando menos lo pensamos, el recuerdo de ese que amamos en la forma de un aroma, de un sonido o de un paisaje.

Además, los muertos merecen ser recordados, por eso algunas civilizaciones, como la romana, recordaban a sus antepasados en la forma de dioses familiares. Nosotros no olvidamos a quien nos amó y a quien amamos. 

Pero incluso la pérdida tiene una medida. Como todo lo humano. Sino, enferma.

No sé cómo hubiera actuado yo si fuera testigo de cómo mi padre despilfarra una fortuna que hubiese durado tres generaciones en la tumba de mi madre.

Por eso, el edificio es signo de un amor incomparable (ya empiezo a tener mis dudas) al mismo tiempo que refleja megalomanía y soberbia. La perfección y la proporción de sus figuras y medidas contrastan con la desproporción del deseo del corazón del hombre...

Pero bueno, el amor humano, después de todo, es humano, ¿no? Y no puede ser perfecto. Y puede que quien ama sinceramente tenga también algo de orgullo, de desproporción, de desmedido o de desordenado. A veces es egoísta, no busca el bien del otro, sino el poder... Somos así y no podemos pretender amar de una manera que no somos.

El Taj, como muchas otras cosas en este país, es también signo de contradicción. Una contradicción linda para ver. Lindísima.







2 comentarios:

  1. Santi, ya me estoy imaginando la presentación de tu libro... Muy buenas reflexiones!!! Me parece reconocer algunas charlas en el bar de Avelino, algunas clases... qué nostalgia!!! Qué linda manera de aprender es VIAJAR! Sigan disfrutando y aprovechándolo al máximo como hasta ahora! Saludos, Ana

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  2. Santi muy bueno. Me quedé pensando, El amor es finito, pero difícil de medir o mensurar. Más complicado aún creo, es evaluar si una demostración del dolor por la pérdida de ese amor es desproporcionada. Coincido en que el Taj aparece como una obra descomunal y hasta desubicada por la razón que le dió su existencia, pero Jahan eligió hacer el Taj para demostrar ese dolor. Y el Taj es también finito y quizás su dolor o su amor equivalía a 10 Tajs o más y no solo a uno.
    Yo no se como demostraría mi dolor por la pérdida de tu madre, pero estoy seguro que no haría un Taj aunque tuviera los medios y recursos para hacer una obra semejante. Solo se que daría mi vida por ella y entonces no podría representar nunca mi dolor por su pérdida. Un Taj me quedaría chico, sería un menosprecio de lo que siento. No?
    Además si lo hiciera, tu vieja se levanta y me mata, por no haber destinado esos recursos a alguna obra de bien, o a disfrutarlos con Uds en honor a ella, ja ja ja
    Abrazo y beso y coincido con Ana, que bueno sería un libro con tus apreciaciones y pensamientos sobre este viaje.
    Gustavo

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