lunes, 7 de marzo de 2011

El preservativo como no solución del HIV en África

(Este es un artículo que busca plantear el tema de las relaciones que se dan entre religión y sexo. El punto a analizar, en este caso, es si el preservativo puede ser considerado como una alternativa válida para prevenir el HIV en el continente africano y abrir un espacio para la reflexión sobre si los dichos del Papa -y su repercusión- fueron o no acertados. Esta entrada, al mismo tiempo, planea ser la primera de varias que profundicen en otras facetas donde se crucen estos dos temas tan interesantes)


Aviso publicitario creado por las juventudes socialistas españolas


Seamos claros. Y nunca más claros que teniendo en cuenta algunos datos:

- La Iglesia atiende a más enfermos de sida en África que cualquier otra organización del mundo. Más de la mitad de los enfermos están bajo su cuidado: reciben atención, medicamentos, asistencia espiritual, presencia.
- La OMS afirma que, en orden jerárquico, los tres mejores métodos para evitar el contagio del HIV son: abstinencia, fidelidad, educación sexual (uso del preservativo). O sea que la Iglesia no dice algo muy diferente a la Organización Mundial de la Salud. Abstinencia y fidelidad no sólo son más efectivas, sino sustancialmente más baratas.
- Las campañas más efectivas para reducir la enfermedad en África, fueron las de Uganda y Senegal, de los pocos países en poner en práctica los consejos de la OMS.
- El preservativo no es cien por ciento efectivo a la hora de "proteger" a una persona del contagio del HIV porque, incluso en el caso de que sea bien usado y no se rompa, el virus puede colarse por las filtraciones del latex.
- Se condena la posición de la Iglesia respecto al uso del preservativo pero no la del Islam, en un continente donde más del cincuenta por ciento de la población es musulmana (y bueno, lo entiendo, es que con el Islam nadie se mete).

Tengo argumentos para decir, primero, que la Iglesia tiene autoridad moral para hablar del tema. Y, segundo, que pienso que, desde mi perspectiva, Benedicto tiene razón cuando dice que «los preservativos, lejos de ser la principal arma en la lucha contra el sida, contribuyen a expandir la enfermedad». 


Senegal fue el pionero de los países de África en llevar adelante una campaña de prevención. Los resultados son evidentes. Tienen una tasa de incidencia de la enfermedad menor a la de Venezuela, igual a la de Estados Unidos y Brasil y apenas mayor que la de Argentina y España. En comparación con la mayoría de los países africanos, su tasa en sustancialmente mejor. ¿Qué hicieron? Lo mismo que después aplicó Uganda, uno de los países africanos donde el Sida había atacado con mayor fuerza y el que llevó adelante la campaña más exitosa para reducir su tasa de contagio. Hace veinte años, en Uganda, un 20% de la población estaba enferma con HIV. O sea, una de cada cinco personas eran HIV positivas. Hoy en día, sólo el 5% de la población está enferma. Si bien su tasa de incidencia en la población adulta sigue siendo relativamente alta, la mejoría es innegable. Básicamente, su campaña se centró no en la repartición indiscriminada de preservativos, sino en la educación sexual (que trajo cambios significativos en las conductas sexuales), la mejora del estatus social de las mujeres (mayor igualdad entre sexos y que se sintieran fuertes para no dejarse engañar por sus maridos, frecuentemente polígamos) y en la promoción social (lucha para erradicar la pobreza). Una solución, definitivamente, más compleja y trabajosa. Pero una solución. No un parche ineficiente, tan útil como lo es una moneda dada a un chico de la calle para ayudarlo a salir de su situación de indigencia. Tenemos que pensar si la propuesta por el preservativo es la búsqueda real de una solución o una manera cómoda y fácil de sacarnos la culpa de encima. La campaña de Uganda se centró en la siguiente consigna, ABC: A: abstinencia. B: fidelidad. C: si no se cumplís las anteriores, preservativo. Una fuerte campaña de concientización que hizo que más del 90% de los ugandeses cambiara su conducta sexual y la adecuara al ABC. Un claro ejemplo de que combatir el sida, prevenirlo y erradicarlo, es posible. Pero no repartiendo preservativos por doquier. Sino, educando. El 90% de la gente cambió sus hábitos sexuales. Increíble, ¿no? Tan increíble como si les dijera que este es el camino a seguir según expertos en el tema del combate del sida como Edward Green, de Harvard, y personalidades como Bill Gates y Bill Clinton. Green llegó a afirmar que existe una relación entre mayor disponibilidad de preservativos y mayor tasa de contagios. El estudioso agrega que, estadísticamente, a mayor fidelidad y abstinencia, menor tasa de contagio de sida. El análogo al Ministerio de Salud en los Estados Unidos, ve con muy buenos ojos una noticia reciente, que es que crece el número de jóvenes en su país que no tuvieron relaciones sexuales. Pragmáticos, ven una relación clara: a menor uso irresponsable de la sexualidad, menor posibilidad de contagio de enfermedades, mayor ahorro en el gasto público. Pero si lo dice el Papa...


Uno de los carteles de la campaña ABC en Uganda


No me paro en la vereda de quien está negado al cien por ciento a la entrega de preservativos. Considero que esa postura es un error a la hora de combatir el sida. Pero me parece que, dentro del ABC, su posición, es la C, no la A. Debe estar para los casos en que un miembro de la pareja está enfermo. Debe estar para quien decide mantener relaciones sexuales con cualquiera. Debe estar. Siempre que uno elija no ser abstinente ni fiel, debe estar. Pero entregarlo de entrada, supone que la gente "no puede" vivir siendo fiel o abteniéndose, lo que no es más que un prejuicio occidental, y, dejenme decirlo, una forma bastante vil de colonización cultural o de proceso de aculturación. Todos podemos ser educados, no es un privilegio, es un derecho. Los jóvenes pueden ser agentes de un cambio cultural que busque atrasar el inicio de las relaciones sexuales, enfocarlas sobre el compromiso, en una relación fiel, y lo aleje del estereotipo sexual de que cada uno puede hacer lo que quiera, actitud que, en última instancia, nos trajo a la situación actual. No es moralina, es una solución concreta, efectiva y realizable. 


No olvidemos acotar, además, que el preservativo, incluso cuando es bien utilizado y no se rompe, no protege al cien por ciento de la posibilidad de contraer la enfermedad. No avisar esto, que no es menor, es un acto de negligencia malintencionado y, ciertamente, perverso. 

Como en todo, me parece que pegarle a la Iglesia, que (pueden disentir, pero no negar que) fundamenta su posición en argumentos sólidos, es la alternativa más fácil. Pero, al mismo tiempo, considero que es la más contradictoria. Porque si hay una institución que está trabajando activamente por revertir el drama del sida en África, es la Iglesia (mal que les pese a las juventudes socialistas, que cuidan de tantos enfermos de sida en África como... cero). No sólo busca prevenirlo al difundir mensajes que quieren modificar conductas sexuales, sino que, además, lejos de estigmatizar o condenar, atiende a los enfermos. 

Me gustaría ver que todos los que la critican, pusieran manos a la obra para pensar y llevar adelante políticas efectivas contra la difusión de la enfermedad. El "condón" no es bendito y, menos todavía, es una herramienta efectiva para "quitar" el sida del mundo. Es un instrumento más que puede colaborar, en algunos casos, para su control. Nada más. Las cosas por su nombre. 

Esta es mi opinión, se abre el debate. 

(Adjunto algunos videos interesantes que dan para pensar más y seguir profundizando en el tema)







3 comentarios:

  1. Santi, acá hay como dos temas para el debate: uno es el de preservativo y el HIV-que entiendo es el objeto de esta "entrada"- pero el otro que se filtra es el de los ataques o la ridiculización de la Iglesia Católica. Recomiendo las palabras del Papa Bendicto XVI al respecto del tema del uso del preservativo en África, en la entrevista que le hicieran y tomara la forma del libro "Luz del mundo", en las págs. 130-132. Básicamente dice lo mismo que vos (¿o vos decís lo mimso que él?); resumiendo todo el debate en la necesidad de humanizar la sexualidad.
    Un abrazo
    Pastor

    ResponderEliminar
  2. Lei el articulo de opinión sobre el sida y no concuerdo. Creo que una cosa no quita la otra y lo que acá la iglesia católica hace a mí entender un error importante y los que mayores perjudicados son los africanos.

    Tampoco concuerdo con vos con el orden del abc a la hora de realizar campañas de prevención.
    Si pienso que las diferencias de a- b-c radican en la importancia y en la raíz del problema pero no en el tiempo y forma de aplicar las políticas de prevención.

    Definitivamente creo que la fidelidad y educar en una sexualidad y afectividad con base en el amor es lo más importante. Pero para trabajar sobre estos puntos se tarda mucho y mientras tanto… lo mismo que con un paciente enfermo primero se baja la fiebre y mientras tanto se trabaja en la causa. Por que sino el enfermo se queda en el camino.
    También se corre el riesgo de juzgar culturas diferentes con nuestra propia visión del mundo. Cosa que nosotros lo católicos somos especialista, sobre todo cuando pensamos y juzgamos desde nuestra cómoda Roma.

    Cuando la Iglesia trabaja tanto y combate con vehemencia estos temas, como el de del matrimonio homosexual, y no otros que a mi entender son mucho mas importantes, me da la sensación que nos alejamos más de Jesús y nos acercamos cada vez más a nuestro propio ombligo. La vida de la gente pasa por otro lado...

    Como diaria otr filosofo contemporaneo "por lo menos así lo veo yo"..

    Cariños
    Pipo

    ResponderEliminar
  3. Gracias a ambos por los comentarios. Pipo, el orden del ABC es el que recomienda la OMS: está comprobado que es infinitamente más eficaz a la hora de combatir el sida que simplemente C.
    Me da la impresión de que si se reparten preservativos mientras se educa en A y B, se da un doble discurso. No sé bien si la solución es dar los preservativos mientras se educa en la importancia de la abstinencia o no. Es un tema que todavía tengo abierto.
    El riesgo al que te referís es el mismo que corre un europeo secularizado, el de querer juzgar una cultura desde su postura y pensar que el "vale todo" no es una forma de imposición cultural. La diferencia quizás radica en que esa forma, además, trae como consecuencia la expansión de la enfermedad.

    Sería interesante seguir el debate, así que te invito a que sigas opinando y fundamentando tus puntos de vista. Un abrazo,

    ResponderEliminar