martes, 1 de marzo de 2011

Motivos por los cuales jugar al rugby me hizo más inteligente

(A partir de la última entrada, sobre educación, recibí varios correos y comentarios sobre la importancia de la educación integral, la formación de hábitos, el desarrollo de habilidades no sólo lógico-formales, sino también deportivas, sociales, artísticas, etc. Para complementar la mirada de la última vez, agrego este texto, que también habla sobre educación. Entrada que también le dedico, especialmente, a todos los que forman parte de la Gira al Reino Unido y Francia 2011 del Plantel Superior).

"Estudiaste filosofía y jugaste al rugby, qué combinación más rara..." - escuché decir un millón de veces.

Sin dudas es un comentario bien intencionado que, sin quererlo y accidentalmente, sirve al mismo tiempo de doble insulto. Entonces pienso: o los filósofos no somos muy deportistas o los jugadores de rugby no podemos pensar... Lejos de ofenderme, sonrío, respondo algo así como, "no es la mezcla más habitual, pero acá estamos" e, interiormente, intento entender qué es lo que me quisieron señalar: quizás en el universo de pre-comprensión de las personas que, ingenuamente, hacen esta afirmación pareciera que los filósofos somos o muy estudiosos o unos vagos: en cualquiera de los casos no debemos tener un muy buen estado atlético. Los deportistas son atléticos y su masa muscular debiera ser inversamente proporcional a su capacidad intelectual. Quizás piensen que los golpes del deporte afectan el recto raciocinio, como si cuando se tuercen los brazos y las narices, inmediatamente pasara lo mismo con el criterio y el sentido común... Claro que se trata de un doble prejuicio y, por consiguiente, de un doble error.

Hagamos una aclaración fundamental: yo no tengo un cuerpo. Soy cuerpo. Yo no tengo un cuerpo como quien tiene una remera o un jean. Yo soy cuerpo. Mi alma y mi cuerpo son co-principios de una misma cosa, mi ser (ser humano). Por eso no tienen sentido esas investigaciones que de vez en cuando salen en discovery channel que intentan descubrir en qué punto del cuerpo está el alma humana. El alma humana es una sola cosa con el cuerpo. Yo soy cuerpo y alma, una sola cosa conformada por ambas. No soy ni cuerpo sólo, ni alma sola.

Ahora bien, si soy cuerpo (y alma: una sola cosa) y no simplemente tengo un cuerpo, el cuidado del mismo, es cuidado de lo que yo soy. Si cuido mi cuerpo, me cuido a mí. Un concepto obvio, pero no siempre tan claro en nuestra sociedad, a veces un poco rápida para criticar a quienes deciden ejercitarse, entrenar, hacer dietas y cuidar su físico, tildándolos de superficiales.

En este rubro, me parece, como en todo, es acertado el consejo de Aristóteles: "busquen el justo medio de todas las cosas". Ningún extremo, principio que también se aplica al cuidado del cuerpo, es bueno ni virtuoso. Quien cuida excesivamente el propio cuerpo peca del mismo error que quien no lo cuida en absoluto. La crítica hacia quienes lo cuidan excesivamente, sobre-entrenándose, viviendo bajo estrictas dietas y realizándose operaciones estéticas, es la crítica más habitual y escuchada: niegan su edad y su naturaleza. Se identifican casi completamente con su corporeidad, sobreestiman su apariencia física y subestiman el desarrollo de otras facetas, también fundamentales, como lo son las interiores (intelectuales, espirituales, volitivas). Pero quienes no le prestan atención al cuidado corporal, comenten un error análogo: se identifican solamente con lo interior, lo intelectual, lo espiritual, dejando de lado el desarrollo sano de lo físico. Así, más de una vez hemos escuchado a una persona jactarse, con orgullo, de que nunca más saltó una valla ni hizo una abdominal desde el término de sus estudios secundarios...

Para un crecimiento integral, hace falta desarrollar todo el propio ser. Y el ser humano es, como dijimos, corpóreo-espiritual, por eso hay que atender sus aspectos físicos y corporales y sus aspectos interiores y espirituales. Es más, los medievales ya afirmaban mens sana in corpore sano: una mente sana en un cuerpo sano. Principio que, para hablar un poco de la experiencia personal, asumieron los Christian Brothers al proponer un juego en equipo, dinámico, que halla un lugar para cada uno, como es el rugby. Claro, porque es tan grande la unidad de cuerpo y alma, que el desarrollo de lo fìsico involucra inevitablemente, el desarrollo de lo espiritual-intelectual. Así, mientras corro y juego, también puedo aprender sobre solidaridad, tolerancia, resignación, sacrificio, perseverancia, camaradería, compañerismo y otras tantas habilidades, hábitos o virtudes (llámenlos como quieran).

Vayamos al título de nuestra entrada. ¿Jugar al rugby te hizo más inteligente? Daleee.

Sí. Porque jugar al rugby ayuda a desarrollar muchos hábitos importantes para la vida intelectual y laboral.

Jugar al rugby me enseñó a trabajar en equipo. Y trabajar en equipo supone un enfoque colaboracionista: los resultados son mejores si trabajamos sinérgicamente por alcanzarlos.

Me enseñó que cada uno tiene una potencialidad diferente, que no hay mejores ni peores, sino personas diferentes. Y que todos podemos aprovechar nuestras diferencias si las ponemos en común en pos de un objetivo mutuo. Creanme que distinguir eso, en este mundo tan prejuicioso, es inteligente.

Me enseñó a adaptarme a circunstancias siempre nuevas y a muchas personas con diferentes temperamentos y formas de ser. Y adaptarse es ser inteligente. Los que no se pueden adaptar, se quedan anquilosados en estructuras que no comprenden la realidad y en paradigmas que no son vigentes. Se quedan duros en mandatos que no se replantean y que aceptan acríticamente.

Me enseñó sobre la importancia de esforzarme y perseverar, siempre.

Me enseñó que hay cosas que no podemos manejar y que influyen directamente en los logros que alcanzamos. Que somos falibles. Y lo mejor, que si nos equivocamos, no pasa nada. Arriba y a empezar de vuelta. Aprendí a ser más humilde y a descubrir que las cosas buenas llegan después de mucho trabajo y si la gente que querés te acompaña. Y eso, es inteligentísimo. Qué lástima que mucha gente inteligente no jugó al rugby para aprender esta lección.

Me enseñó a ser agradecido. Porque entendimos que para que nosotros aprendiéramos a jugar, hubo mucha gente que nos regaló tiempo (¿que no es, acaso, lo más valioso que tenemos?), mucho tiempo.

Me enseñó que por más que haya desacuerdos, competencia, trifulcas, empujones, golpes, algún pisotón, algún tackle a destiempo, alguna picardía que es propia de los deportes y de los argentinos, cuando se acaban los ochenta minutos le das la mano a ese con quien te empujaste, te golpeaste, te tackleaste y te pisaste. Después de unos años le das un abrazo y una cerveza. Y aprendés que podés pensar diferente y buscar cosas distintas, pero que somos iguales y nos merecemos respeto. Y por la vida te encontrás con gente muy inteligente que no aprendió ni siquiera eso...

Y pensar que la inteligencia sólo se desarrolla leyendo o en un aula, es un error. Un error muy poco inteligente.

Pensar que no podemos aprender hábitos en la práctica de un deporte es un prejuicio. La educación, para ser integral, tiene que tener una carga importante no sólo de prácticas deportivas, sino también artísticas (y no sólo de música, sino también de teatro, arte, escultura, danzas, etc.). Porque la inteligencia se puede desarrollar en miles de campos. En uno de rugby también...

Y sí, nos golpeamos. Un montón. A veces la cabeza. Pero acá estamos. Filosofando. Con la cabeza abollada y agradecidos de haber recibido tanto y de haber aprendido a pensar, a los golpes.

8 comentarios:

  1. Que tal Oso,
    Leí algunas de tus notas (no te voy a decir todas, porque leí algunas), y me llegó cada una que leí. Te felicito, están muy buenas. Quién diría que un filósofo que juega al rugby, y encima que es pilar, escribe así.
    Abrazo Grande
    Chavota
    P.D.: Te dejo otro comentario muchas veces escuchado y dirigido hacia mi persona "jugas al rugby y no chupas alcohol?". Supongo que ése será tema de otra nota.

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  2. Y a quienes te bancaron desde 10ma cuando comenzabas a emanar esos olores en el scrum no? mucho mayor nuestro merito cuando nuestros sentidos del olfato y porque no tacto recien afloraban y buscaban nuevas sensaciones debian encontrarse con un enemigo intimo y a la vez tan cercano...
    Preguntale al Tati Phelan si no le mato un par de neuronas tantos golpes en el mate.
    Abrazo grande, muy bueno como siempre tu "Globsport" Shendi.
    Orfa

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  3. Gracias Chavo! Me alegro de que las hayas disfrutado y me proponés un tema interesante para pensar también.
    Orfa, una mención aparte para todos los compañeros que tuvieron que sufrir de esa manera, ¿no? Gracias y abrazo!
    Oso

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  4. Muy bueno Oso!!!
    Gracias por la dedicación al plantel.
    Abrazo grande y nos vemos a la vuelta.
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    PD: Estas a timepo de volver..... vos también Orfa!!!

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  5. Orfa y Santi si vuelven avisen con tiempo que reflota TyCena Sports

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  6. si vuelve T y Sena yo vuelvo al rugby!

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  7. Orfa tengo las camaras preparadas!!!!

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  8. Hola Santiago, te felicito por la nota. Recien vi esta en fcb, pero leere las anteriores. A esta la pasare a los entrenadores de rugby de mi hijo menor, Nachito.

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