domingo, 20 de febrero de 2011

¡Bienvenida libertad!

Y permitanme opinar sobre política y actualidad...

Hay quienes están asustados. Quienes tienen miedo que se arme un polvorín y estallen guerras. Quienes piensan que ahora el mundo árabe puede virar hacia su veta más extremista (y, por tanto, menos realmente islámica). Entiendo que Israel esté incómodo. Europa también debe estar sorprendida, mirando de reojo qué es lo que está pasando ahí abajo, en la parte de arriba de ese continente negro y pobre.

Se rebelaron todos. ¡Se pudrió todo! Enhorabuena. Porque el destino de los pueblos tiene que estar en la mano de los pueblos. ¡Bienvenida libertad! Les van a disparar, van a intentar reprimirlos, los van a golpear y a matar. Pero quieren ser libres, así que no hay pólvora, bala ni tortura que los vaya a frenar. Francisco Suárez, el Doctor Eximius granadiense, estaría tan feliz, porque ya en el mil quinientos y pico innovó y fue el primero en decir que el único dueño de la soberanía de un pueblo es el mismo pueblo. Nadie más. Nada de reyes divinos ni dictadores eternos. Así que basta de tiranos y de usurpadores. Al pueblo lo que es del pueblo. Y que después se haga cargo de lo que libremente elige, para bien o para mal. El destino a su manos.

Yo miro lo que pasa en el mundo árabe con alegría. Que puede ser doloroso, no caben dudas. Todos los cambios son así... Pero alegrémonos de este movimiento cultural, de jóvenes, buscando un cambio necesario, que pretende enfrentarse a gobiernos corruptos, represores, que recortan libertades, en países paupérrimos (que es la forma elegante de decir "pobrísimos") con gobernantes billonarios... Celebremos esta revolución francesa en versión árabe, que además es pacífica (para los que piensan que todo lo islámico es violencia... Tapita tapón, nos están cerrando la boca a todos). Doble mérito, a la valentía y al modo correcto.

Occidente, ¡qué vergüenza tu silencio! Millones de personas reclamando los valores de los que siempre hablás y vos mirando para otro lado, después de haber mirado para otro lado y haber mantenido el status quo de una situación injusta durante décadas. Timerman twiteate algo de esto, por Dios... Quisimos imponer la democracia, mediante la guerra, en Irak y Afganistán, pero a la hora de felicitar al pueblo egipcio o al tunecino por luchar ellos mismos por la democracia que tanto amamos, nadie dice nada. Que contradicción. Y qué triste... Tan cerca y tan lejos de Europa.

Israel, si pudieras ver esto como una oportunidad en vez de como una amenaza, te harías, para el mediano plazo, de un gran apoyo popular en el mundo árabe. Apoyo necesario y hoy extraño. Imaginate sosteniendo y cimentando los levantamientos en esos países, ¡cuán agradecidos estarían el día de mañana! Lo mejor que te podría pasar, de hecho, es una democratización de los países de la Liga árabe. Ojalá puedas aprovechar esta gran oportunidad... Es un gran momento, además, para liberar el West Bank, que sabés que no te pertenece y que causa una situación objetivamente injusta para las poblaciones palestinas, escindidas unas de otras por muros que parten familias al medio.

Qué linda es la libertad política. Qué bueno es poder expresarse, sin censuras. Haciéndote cargo de lo que decís. Qué importante es poder elegir a tus propios representantes. Elegir cómo vivir, qué creer, a quién votar, qué decir. No es un privilegio sólo para occidentales ni para gente bien formada, es un derecho humano fundamental. Porque la libertad es un propio: es algo que se desprende necesariamente de la esencia del hombre. Somos libres. Obvio que nuestra libertad no es infinita, sino que es limitada: tiene límites físicos, psicológicos y morales. Pero más allá de nuestros límites, somos libres para desarrollar nuestra esencia según la vocación que nos convoca. ¡Bienvenida libertad! Ojalá hayas venido para quedarte... Acá, en Egipto, en Irán, en Cuba y en el mundo entero. Porque la esencia humana es universal y las necesidades fundamentales para el desarrollo más pleno del hombre son iguales para todos.

Libertad falible, finita, limitada, humana. Una libertad amable, por quien vale la pena dar la vida. Libertad, liberada de las cadenas de gobiernos corruptos anquilosados por años y años. Qué buen uso hicieron esas multitudes de esa libertad. Multitudes que reclamaron, en paz, por lo suyo. La soberanía es del pueblo y de nadie más. Libertad que restituyó la soberanía al pueblo y que hizo de este mundo, a veces tan cruel, uno un poco más justo. Porque la justicia es darle a cada uno lo suyo y esa soberanía volvió a quien le corresponde... Libertad que resignifica y vuelve a cargar de emoción y de sentido a mi propio himno, el argentino. Así, mientras cierro los ojos, resuena en mi cabeza, con fuerza el grito sagrado: "Libertad, libertad, libertad".
Bienvenida...

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