miércoles, 16 de febrero de 2011

Sobre porqué no hay que achancharse cuando uno se casa

Es un lugar común, a la hora de comer un asado con gente casada, escuchar que alguien hace una afirmación de este estilo: "¿no te vas a comer ese chinchu? Si vos ya estás casado, ¿qué te importa?". Análogamente, al ponernos de novios, a veces hacemos comentarios similares. Pareciera que la gente encuentra pareja y ya no necesita estar muy atenta al cuidado estético. "¿Para qué?" - se preguntan, "si ya estás con alguien..."

Detrás de estas preguntas, se esconde una mirada todavía optimista del matrimonio, que es la que rescata la incondicionalidad del amor de quienes se eligen. "No importa cuán gordo me ponga, mi mujer se comprometió a amarme, en las buenas y en las malas, en la abundancia y en los malos momentos, en la delgadez y el sobrepeso..." Mirada optimista que destaco y defiendo. Es cierto, el matrimonio implica incondicionalidad y es una de las notas más positivas del mismo porque permite que el amor crezca en una dimensión nueva y diferente.

Una mirada no tan positiva, diría: "nunca se sabe qué puede pasar, no te pongas tan gordo, no vaya a ser cosa que te deje de ver atractivo y un día no esté más". Esta postura se fundamenta en un miedo, cosa nunca muy amiga del amor. Además el miedo angustia y mucha gente canaliza la angustia comiendo. Así que pensamientos como este son parte de una bicicleta de mala vibración que sólo trae peores consecuencias...

Es un hecho que los años, definitivamente, no vienen solos. Suelen traer, aproximadamente y para los hombres, entre medio y un kilo cada vez. Lo que en una perspectiva de vida no resulta en una ecuación muy alentadora. Me caso a los (no es anuncio, es hipotético) 28, 29 años, con noventa kilos. A los 50 quizás ande por los 105, no pensemos en más adelante, porque si sigo así, no llego a los 75... Es que como dice mi madre: "no conozco muchos viejos gordos". Yo tampoco.

Sin embargo, encuentro motivos para cuidarse estéticamente durante la vida matrimonial no en el miedo, sino en el amor.

El amor siempre trata de darle al otro lo mejor. Es buscar el bien propio de quien es objeto de ese amor. Si a ella le hace bien tal o cual cosa, como la amo, voy a intenter procurarle esos bienes. Creo que una definición sobre la cual podemos lograr consenso sin mucha discusión es: amor es darle al otro lo mejor que le podés dar. Una de las notas características del matrimonio, es que los cónyuges se entregan a sí mismos. No te doy "esto" o "lo otro", me doy a mí mismo, en un regalo comprometido, para siempre. Pedazo de decisión. Ahora bien, si me entrego a mí mismo y la amo, le quiero entregar mi mejor yo posible. Posible. Claro, con mis limitaciones, problemas, sombras, enfermedades, malos humores y días, inestablidades, etc. Pero mi mejor yo posible al fin. Y mi mejor yo posible implica muchas cosas, que, de nuevo, en lo posible, quiero entregar: respeto, fidelidad, compañerismo, apertura al diálogo, trabajo, etc. y también, mi propio cuerpo...

Y no es lo mismo, más allá de los imperativos de la moda y de los parámetros estéticos de nuestra cultura, pero teniéndolos en cuenta también (no podemos olvidar que vivimos en una cultura determinada que, con sus pros y contras, es nuestra cultura occidental), estar en forma que no estarlo. Dejemos por un momento entre paréntesis la cuestión de la importancia del cuidado del cuerpo en relación a la salud. Estéticamente no es lo mismo. Y como amo a esa persona y le quiero dar lo mejor, me cuido. Porque le quiero entregar mi, estéticamente, mejor yo posible también. Me cuido no porque sea superficial, sino porque amo a alguien. Me cuido, no porque tenga miedo de que me dejen por estar rellenito, sino porque quiero estar lindo para vos. Me cuido no porque me quiero ver bien o porque quiero que me vean bien sino porque quiero que me vea bien ella, a quien me entrego, en cuerpo y alma. Y que cuando me reciba, no sólo piense en que soy amoroso o bondadoso, sino que diga "qué bueno está mi marido". Seamos sinceros, todos queremos pensar eso sobre nuestras mujeres, incluso cuando sean viejas y despuès de sacrificar mucho con la maternidad. Por eso me parece justo cuidarme, por vos, porque te quiero...

Así, espero escucharme decir, muchas, muchas veces: "no gracias. El asado está buenísimo pero ya comí más que suficiente". No por egocentrismo ni por miedo, sino, por amor... 

2 comentarios:

  1. Muy bueno el blog!
    Leo los articulos y comparto varias cosas ...la forma de escribir atrapa...y hace interesante muchas tematicas que son tan tan actuales...
    pero me detuve en este articulo para opinar...
    me suena tan occidental el hecho de cuidar mi cuerpo para un otro...cuidar mi moral que depende tambien de un otro que me autoriza o no hacer esto o lo otro..pucha! porque no nos cuidamos pero porque nosotros valemos...estando solos o con alguien al lado!..porque no nos enseñaron nuestra dignidad...que existe antes que todo...incluso antes de cualquier sistema artificial de preceptos, ritos, escrituras...!
    Cuanto nos falta aprender de un Sr. llamado Krishnamurti...o Jesus de Nazareth...
    Como nos impusieron tanta idea externa!!! y nos vaciaron de nosotros mismos...y sino piensen: esto que pienso..o digo...o defiendo a rajatabla...sale de mi...o me lo dijieron ...surgio de un otro?

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  2. Anónimo, gracias por tu comentario. Me parece que lo que vos decís y lo que yo digo se complementan. No creo que cuidarme por la dignidad que como ser humano tengo o cuidarme por amor hacia otro sean puntos de vista irreconciliables, sino, valga la repetición, complementario. Muy interesante la mirada. Un abrazo y gracias.

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