viernes, 4 de febrero de 2011

Descansar como los dioses

Al principio de la Biblia, en el libro del Génesis, se narra como Dios creó el mundo. Dice que en el primer día Dios separó la luz de las tinieblas, así hubo una tarde y así sucedió ese primer día. Cada día Dios fue haciendo cosas de lo más agotadoras, desde los océanos hasta los continentes, las estrellas, los animales y hasta que el anteúltimo día culminó su obra con lo mejor: nosotros. Sin embargo, el Domingo (del latín dominus, señor: se traduce "el día del Señor"), Dios descansó... Después de todo, ese es su día, ¿no?

Lo que la Biblia no dice es que el sábado a la noche, Dios pensó: "Bueno, me toca descansar, mañana es mi día. Como buen Dios que soy, quiero descansar como descansan los dioses... ¡Ya se! ¿Qué pasa si mezclo la alegría brasilera con la paz de la India, la actitud shanti (tranquilidad) y relajada con un poco de Bob Marley (y, ¿por que no?, algo de Jack Johnson)? Tiene que ser un lugar con una linda playa, donde no haga frío en ninguna parte del año y la gente tampoco tenga tanto calor; para que pueda salir en remera, pantalón corto y ojotas a comer pescado fresco en bolichitos en la playa durante las noches. Tiene que haber la gente justa para que no sea desierto pero tampoco tanta para que sea demasiada... Al borde de la playa, entre palmeras llenas de cocos, va a haber cabañitas de madera donde las olas del mar se escuchan con fuerza e inviten al sueno profundo y prolongado. Después de todo, acabo de crear el universo, me merezco un descanso divino. Bueno, voy a dejar lo mejor para el final..." - seguía pensando el Señor. Y así, mientras empezaba a dormitar, mezclándose los deseos de tranquilidad y descanso con las primeras sensaciones gratificantes de su séptimo día, entre sueños y Su divina Voluntad, creo Palolem, en Goa, camino hacia el sur de la India.

Antes que nada, gracias Dios por este lugar, esta gente, esta actitud sosegada, relajada y tranquila que nos rodea en un lugar que fue pensado para el recreo. Gracias.

Y esta entrada podría haber llevado el siguiente titulo: Goa o sobre saber regalarse un lindo descanso.

La India, entre sus muchos invasores y dominadores, tuvo a los portugueses. Los mismos portugueses que anduvieron por tierras americanas, que de a ratos dominaron Venecia, algunas islas griegas, que zarparon hacia África. Esos mismos viejos navegantes llegaron a estas tierras buscando lo que buscaban todos en esas épocas: las especias. Y llegaron y colonizaron. Llegaron y enseñaron sus costumbres y creencias. Moldearon un tipo de arquitectura, enseñaron su idioma (que luego se transformó, mezclándose con las lenguas locales, en el goano) y encontraron un lugar (porque de tontos no tienen un pelo) increíblemente lindo, cálido, parecido a su Portugal natal, donde se asentaron hasta que los echaron.

Así, los sueños del Señor se hicieron reales. Se encontraron "el papa de Brasil" con MotherIndia y de su fértil unión, nació Goa. Queda en India y ahora estoy seguro que la alegría no es solo brasilera. O si lo es, la tranquilidad sonriente es goana. Al norte de la provincia más chica de este país tan grande, llegan turistas de Europa y Rusia, buscando los precios bajos y las fiestas electrónicas. Al sur, donde queda Palolem, la movida nocturna le dio lugar a la tranquilidad del día, a la vida sana y al deporte. Acá no hay grandes festivales ni boliches con luces estrambóticas. Hay un atardecer soberbio, naranja, sobre el mar. Hay kayaks, para ver el continente con cierta perspectiva y barcos que ofrecen tours para ver delfines. Las playas de Tailandia son, sin dudas, mejores. Pero en ninguna parte puede existir una mezcla tan adictivamente atractiva entre India y Occidente.

Claro, seguimos en la India. Hay vacas en la playa (ellas también se lo merecen, ¡son sagradas!), hindúes, musulmanes y cristianos (los portugueses trajeron, entre otras cosas, su fe), gente que vende cosas en la playa pero también los limpia orejas y otros tantos especimenes de la fauna local. Las contradicciones siguen siendo evidentes, aunque diferentes (¿Acaso hay mayor contrasentido que el hecho que se vendan remeras con la cara de dos personajes principalmente: Mahatma Gandhi y el Che Guevara? Uno, quien libero a mas de mil millones de personas de los británicos, sin tirar ni un solo tiro, predicando una acción totalmente efectiva de la no violencia, sin rencor y buscando, sobre todo, la paz. El otro, quien "libero" al pueblo cubano del mal gobierno de Batista, a los tiros y ejecutando a los "burócratas burgueses" que no hubieran caído con la revolución. ¿Hace falta alguna aclaración ulterior? En fin).

Un lugar lleno de barcitos con happy hours y música tranquila, pequeños morritos llenos de vegetación (hasta en eso se parece a Brasil), una playa amplia donde, por las tardes, el mar se retira y deja mucha arena mojada, especial para jugar al futbol, al volley, a la paleta y al tejo. Claro, como si fuera un paraíso, incluso hay una librería en la playa. Palolem no podía dejar a nadie insatisfecho...

Asíque acá estamos. La rutina es tranquila y el ritmo muy lento. Entre chapuzón y caipiroshka, entre caminata, foto y alguna compra de ropa, se nos escapa el tiempo como la arena que intento a veces agarrar con la mano que me queda libre cuando leo un libro nuevo y bueno y disfruto del sol.

Y sí, el silencio invita a la meditación y el ambiente inspira. Contemplación, relajación, introspección. Compartir, charlar, reír y brindar. Básicamente, eso se resume en una palabra: Palolem, en Goa. 

1 comentario:

  1. Palolem....que recuerdos!!!! xx
    Contenta de ver que lo habeis disfrutado tanto como se lo deve!!!

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